Publicado: 30 de Marzo de 2017

En el entorno actual en el que nos encontramos en España, el poner en marcha una clínica dental equivale a iniciar cualquier tipo de negocio o actividad empresarial, puesto que no es necesario, como se viene reivindicando por parte Consejos y Colegios de Dentistas, el que el propietario o socio mayoritario sea titulado en Odontología y colegiado.

Por ello, en muchas ocasiones, cuando un paciente acude a algunas de estas clínicas dentales, pasa a convertirse en un mero cliente más, situación que siempre se debe evitar, puesto que puede llevar a vernos envueltos en situaciones en las que se nos presentan presupuestos inflados, en los que se incluyen tratamientos que no son del todo necesarios.

A la hora de elegir dentista, lo ideal es decantarse por un profesional preparado y con experiencia, a poder ser en el campo del que derive nuestro tratamiento específico. Este deberá realizar un diagnóstico, proponer un tratamiento o acciones preventivas conforme a un código deontológico y ético, siempre poniendo en primer plano lo mejor para la salud bucodental de su paciente.

El equipo de una clínica dental esta compuesto por el odontólogo, el higienista y el auxiliar. Cada uno realiza un papel específico, que nunca puede ser sustituido por el personal menos cualificado en cada función específica. Es decir, el dentista y el higienista son los únicos capacitados para trabajar en la boca del paciente, estando las funciones del higienista siempre supeditadas a las decisiones tomadas por el odontólogo titulado.

Como siempre, recuerda que tu salud y la de los tuyos no deben estar en manos de cualquiera. Para tu boca, siempre un dentista.